Migrantes en Chiapas: Entre la esperanza y la incertidumbre

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, se ha convertido en un refugio temporal para cientos de migrantes provenientes de Venezuela, Ecuador y Panamá. Mientras algunos han encontrado empleo en tiendas de ropa o se han dedicado a la venta de dulces, café y platillos típicos de sus países, otros siguen deambulando por las calles en busca de ayuda.

Muchos de ellos intentaron regularizar su situación ante el Instituto Nacional de Migración (INM) y la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), pero sus trámites fueron rechazados, dejándolos en un limbo legal. Aun así, varios han decidido quedarse en Chiapas, aferrándose a la esperanza de una mejor oportunidad.

“No voy para atrás, ni para tomar impulso”

Abigail Loor, migrante ecuatoriana, cumplió un año fuera de su país este 28 de febrero y no tiene intención de regresar. “En el camino solo Dios nos ha apoyado. Hemos hecho equipo con hondureños, guatemaltecos, peruanos, chilenos, venezolanos y nos hemos convertido en familia”, relata.

Su experiencia en Tapachula fue difícil: pasó seis meses allí e intentó obtener refugio a través de la COMAR, pero su solicitud fue rechazada. Ahora, espera encontrar otra oportunidad en Ciudad de México, pero mientras tanto, su lugar es Chiapas. “Por ahora no voy para atrás, ni para tomar impulso”, afirma con determinación.

“México no nos ha considerado”

Franklin José García Medina, de Venezuela, lleva siete años migrando junto a su esposa. Su travesía ha sido difícil, marcada por la falta de apoyo institucional y abusos de las autoridades. “A México le ha faltado considerar que el migrante viene por necesidad. El INM debería ayudarnos, pero nos ven como si estuviéramos aquí por otras razones. Los policías nos han despojado de dinero y pertenencias”, denuncia.

Regresar a Venezuela no es una opción para él. “Volveré cuando Maduro ya no esté en el poder. No me voy a entregar al INM ni regresaré por mi cuenta. Vamos a hacer lo que Dios permita en Tuxtla Gutiérrez por ahora”, asegura.

“Trabajar y regresar con lo nuestro”

Yésica Márquez tiene claro su objetivo: “Mi meta es trabajar para pagar mi casa en Venezuela, comprar un vehículo y montar un negocio de estilismo. Cuando logremos reunir lo necesario con mi esposo, regresaremos. Mientras tanto, nos quedamos en México”, explica.

Alejandro Mendoza, por su parte, ha encontrado en la venta de comida venezolana un medio para sobrevivir en Chiapas. “No es lo mismo que estar en tu país, pero tenemos que ser conscientes de que no es fácil. El INM no nos ha querido regularizar, tampoco la COMAR. Viajé con mi esposa y mi papá, y pensamos conseguir nuestros sueños aquí”, cuenta.

Como él, muchos migrantes venezolanos han descartado la idea de regresar pronto a su país. “El que regresa es maltratado. Tenemos un dictador y lo que nos espera es extorsión y golpes. Volveré hasta que el gobierno cambie. Queremos triunfar aquí y vamos a lograrlo. No nos vamos a entregar al gobierno de México para ser deportados ni pensamos volver por nuestra cuenta”, sentencia.

Una nueva política migratoria

El panorama para los migrantes se complica aún más con la reciente política de Estados Unidos, que ha determinado que todos los ciudadanos mexicanos deportados sean enviados a la frontera sur de México. Esta medida podría generar un aumento en la presencia de personas en situación migratoria irregular en Chiapas, lo que afectará tanto a quienes buscan refugio como a la dinámica social y económica del estado.

Mientras la incertidumbre persiste, los migrantes en Tuxtla Gutiérrez continúan aferrados a la fe y la esperanza, buscando un futuro mejor lejos de sus países de origen.

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